Se acerca la primavera, y además de al azahar y a las flores, muchas plazas comienzan a prepararse para ser escenarios de bodas. El de nuestra boda es uno de los acontecimientos más importantes en la vida de toda mujer que haya decidido pasar por este proceso. Atendemos cualquier detalle con tal de lograr que la fecha en cuestión sea remarcada como inolvidable en todos los calendarios y almanaques del año y de nuestros recuerdos atesorados en la memoria para el futuro. Lógicamente queremos que sean recuerdos gratos, y recordado como un cuento de hadas, por lo que volcamos todos nuestros esfuerzos. Nada puede fallar. El traje, la iglesia, o lugar escogido para la ceremonia, las flores, el maquillaje, el rincón de la celebración, el menú, las invitaciones, los álbumes de fotos y las videograbaciones, los recuerdos para los amigos, la música, el padrino y la madrina, las damas de honor, las arras. Sin embargo hay algo a lo que rara vez atendemos y es el del olor.
Los aromas son un lenguaje propio, y la aromaterapia, en parte inconsciente, pero está presente en toda nuestra vida. Nos amarra al pasado, guardando para nosotros un pedazo de nuestra infancia, y nos invita a sentir la presencia de personas que están lejos, pero a las cuales un olor, nos trajo de regreso hacia nosotros, como si la magia fuera posible, y como si no hiciese falta ser una persona mística ni fantasiosa para creer en las almas, y en la eternidad.
Los aromas son como un vehículo que nos teletransporta al pasado, así como a experiencias buenas y también malas, capaces de provocarnos deseos, o incluso miedo.
Los aromas son imborrables
En la vida, podemos llegar a olvidar un nombre, un lugar, e incluso una cara. Pero nunca olvidaremos un olor. Los aromas no se borran. Por eso es importante decidir también sobre este aspecto: el olor. ¿A qué quieres que huela tu boda? Pese a que los seres humanos seamos seres muy visuales, nuestro instinto primitivo no permite dejar de lado la relevancia de la percepción olfativa. Hasta cuando damos nuestro particular beso de amor, juega su papel activo el olfato, al entrar en contacto la nariz de la pareja.
Los aromas que a todos nos gustan y nos hacen sentirnos bien, son aquéllos que nos devuelven a nuestra infancia, donde todo era perfecto, o al menos, así queríamos verlo con nuestra inocencia. El olor a chicle, por ejemplo, resulta irresistible con independencia de la edad, el sexo y las aficiones o personalidad de cada persona. Y es que si sobre gustos hay colores, los aromas, casi siempre, tienden a ser universales.
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Aparte de los aromas que naturalmente pueden gustarnos a todos, existen otros particulares que forman parte de nuestra vida, como por ejemplo, el perfume favorito de nuestra abuela, o el del jabón con el que nos bañábamos cuando éramos niños. Cada persona tiene su universo conformado por un sin fin de aromas que le hacen sentirse bien, o mal, y sobre todo, a recordar dicho olor y todo cuanto acontece en su presencia. Tocando así las emociones, lograremos conectar con los invitados a nuestra boda, haciendo del día, una fecha única e inolvidable.
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